<<Cuando no había
cerca hombres o voces de hombres u olor a hombre, se sentaba indolente y, con
las rodillas relajadas se hurgaba las uñas.
Se llamaba Raimonda Rybnaia,
pero lo habitual era llamarla Monka, Mónechka. El apellido lo había recibido de
su marido, el nombre se lo debía a su madre y tía mía: Guertruda Borisovna
Fáikina>>.
A través de los ojos de su prima, diez años menor, conocemos a
Mónechka. Una mujer libre de maldad, que busca una y otra vez la atención y el
amor de un hombre. Es su leitmotiv. Con
naturalidad, sin estridencia, sin importarle lo que opinen los demás, Mónechka
busca revivir, como si de una heroinómana se tratara, la maravillosa sensación
de estar enamorada.
En cada relación, en cada matrimonio, en cada conquista, en cada
carta de amor, es ella la protagonista. Busca alguien a quien amar. Para
sentirse viva. Ellos casi nunca están a la altura y se llevan más de lo que
dan. Pero Mónechka nunca se cansa, su piel no se curte, no desconfía, no
desiste, no se frustra. No aprende. Casi parece que su alma pudiera repeler la
dureza y la maldad del mundo. Un ser puro, que solo vive para poder amar a un
hombre.
Me ha gustado muchísimo esta historia.
Marina Palei, con un estilo propio, a veces áspero, y lleno de
referencias a la cultura y la sociedad rusas del siglo XX, hace que te enamores
de un personaje que comienzas aborreciendo. El cariño que la narradora tiene
por Mónechka acaba siendo el tuyo, porque la ves a través de sus ojos, y a
pesar de los errores, del comportamiento infantil y egoísta, del actuar sin
medir las consecuencias y de todo lo demás, la perdonas y la miras con un
filtro de ternura.
Ha sido todo un descubrimiento.
¡Os va a encantar!
SLHLT
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