<<No hubiesen venido a
buscarme, pero, ingenuamente, hice que se fijaran en mí. Me atreví, adrede, a
hacer lo que no tenía que haber hecho.
Utilicé mi libre albedrío pero
con un cálculo erróneo. O, más bien, sin calcular: sin pensar. Por vanidad y
estupidez; y ahora estoy perdida.
A veces, de rodillas, en una
postura de oración, soy capaz de atravesar la “barrera del censor”… Soy capaz
de recordar…
¡Pero me duele tanto la cabeza!
Es un esfuerzo titánico: algo así como luchar contra la gravedad en Júpiter.
Por mi condición de Exiliada
tengo prohibido hablar con nadie de mi sentencia o de mi vida antes del Exilio,
así pues mi soledad es doble.
Aunque pocas veces me falta
compañía en este sitio extraño. Me siento muy sola y no estoy segura de poder
perseverar.
Mi condena es “solo” de cuatro
años. Podría haber sido “perpetua”.
O
podría haber sido Aniquilación.>>
El cómputo del tiempo se puso a cero tras los Grandes Ataques
Terroristas del 11/09/2001. Hay una historia única y una desmemoria también
única. Todo aquel que se la cuestione o cuestione cualquier tipo de autoridad
establecida por el gobierno será considerado traidor.
Adriane Strohl tiene 17 años ha quedado la primera de su
promoción y le han concedido una de las pocas Becas Patrióticas para la
Democracia que le permitirán ir a la universidad. Además, le han encargado el
discurso de despedida de su promoción en el instituto Pennsboro.
Y eso será su
perdición.
Su discurso, repleto de preguntas lanzadas al aire fue
considerado subversivo y fue detenida tras el ensayo general. Nunca llegó a
pronunciarlo.
No la vaporizaron.
Pero la condenaron al exilio.
Cuatro años exiliada en Zona
Nueve con un chip en el cerebro que le impide recordar su vida con claridad
y la prohibición de contar de dónde viene y de alejarse más de 15 kilómetros
del lugar de residencia asignado, a riesgo de ser ejecutada.
Zona Nueve se encuentra en Winsconsin.
Pero en 1959.
Me ha gustado muchísimo esta distopía cercana. Me ha dejado una
sensación de inevitable huida hacia delante, como si el suelo bajo nuestros
pies fuese una cinta transportadora que, hagas lo que hagas, te llevará a tu
destino.
Muy recomendable.
Hacía muchos años que no leía nada de Joyce Carol Oates y había
que ponerle remedio. Es una escritora magnífica capaz de transmitir su mensaje maravillosamente,
cambiando, de un libro a otro, de estilo literario y temática sin despeinarse,
sin perder calidad y haciendo que parezca sencillo el complicadísimo oficio de
escribir.
SLHLT
No hay comentarios:
Publicar un comentario