A través de un supuesto cuento olvidado por todos, “Los otros dos”, y con la pluma de Borges
como varita mágica, establece la comunicación entre dos viejos que, sentados en
el banco de un parque, observan una partida de ajedrez. Uno habla en inglés. El
otro, en castellano. Pero se entienden. Uno se llama William. El otro, Miguel.
-
Tú
fuiste poeta, William, y sabes que aunque hablen del amor oscuro, los sonetos
siempre hablan del soneto en sí.
-
Tú
también fuiste poeta, Miguel.
-
Un
poeta malo no es poeta.
-
Un
poeta solamente puede ser un poeta herido.
- De
dolor sí que sé, y mucho. Fueron treinta mil las almas que perecieron en la
batalla de Lepanto. Y fueron infinitos los morosos que tuve que perseguir en
Andalucía.
- Setenta
y cuatro personajes míos fallecen en mis obras por muerte violenta, llevé la
cuenta. No quiero ni pensar en todos esos muertos, si la muerte vuelve a ocurrir,
incesante, cada vez que una obra mía se representa.
-
La
pluma es una daga.
- En mi
caso más bien una ballesta o un arcabuz, una sucesión de cañonazos en el fragor
del asedio.
- Pero
son los ojos del lector o del espectador los que, en realidad matan. No hay
pupilas más homicidas.
A mi
amiga Raquel le gusta conectar sus universos. Ese es el motivo por el que este
libro acabó en mis manos. Lo encontró en una librería de Oviedo. Y cuando lo
abrió, vio que estaba dedicado a una tal Vera tanto por el escritor como por el
ilustrador. Y decía:
<<Este Shakespeare & Cervantes es para Vera, que también ama las
máscaras. Sabadell, 8/11/2018>>
Este abril, una semana después del Día del Libro, Raquel me lo regaló a mí. ¿Por qué? Porque sabía que
me gustaría, por supuesto, y porque también sabía que yo escribiría algo sobre
él en el blog y, quizás, le llegaría esta pequeña historia a Jorge Carrión y
así podríamos averiguar quién es Vera…
Y se establecería un nuevo puente entre
universos.
Veremos.
SLHLT
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