miércoles, 15 de febrero de 2017

El cuento de la criada

Hubo un tiempo en el que podía llevar pantalones vaqueros, bañarme en la playa en biquini y comer helados. Hubo un tiempo en que trabajaba, ganaba mi propio dinero y me compraba cosas. Hubo un tiempo en el que pude estudiar y leer, escuchar música y bailar. Hubo un tiempo en el que tenía amigas, discutía con mi madre, vivía con Luke y tenía una hija. Pero parece que ese tiempo nunca existió. Parece que nadie se acuerda. Nadie habla de ello. Y la próxima generación pensará que siempre se ha vivido así.
Hubo un tiempo en que la República de Gilead fue una parte de Estados Unidos. Fueron tiempos convulsos, donde hubo atentados, asesinatos y accidentes en centrales nucleares, donde se desató la guerra y se derrocó al gobierno. En ese tiempo se redujeron nuestros derechos y libertades para protegernos del enemigo exterior e interior que quería acabar con nosotros y con nuestra fe. Primero nos quitaron el dinero y el acceso a nuestras cuentas. Sólo las podían manejar nuestros maridos, después nos quitaron el trabajo. Más tarde persiguieron a los infieles… Después todos fuimos sospechosos. Tratamos de escapar. Y me quitaron a mi hija.
Las esposas de los Comandantes de la Fe visten de azul. Las tías, de marrón, nos enseñan en el Centro Rojo cómo debemos comportarnos en cada momento. Las marthas, de verde, se ocupan de la casa y de la comida. También hay viudas, aunque cada vez menos, y van de negro. Las mujeres de los hombres pobres, van con túnicas a rayas. Las no-mujeres fueron desterradas a limpiar residuos nucleares a las colonias.
Nosotras, las criadas, vestimos túnicas rojas de amplias mangas y una cofia blanca que apenas nos deja mirar a los lados. No podemos hablar con nadie. Ya no somos dueñas ni de nuestro cuerpo. Somos las encargadas de perpetuar la especie en un mundo con graves problemas de fertilidad. Sólo algunos comandantes pueden permitirse tener una criada. Si no me quedo embarazada pronto me mandarán a otra casa. Ya no recuerdo mi nombre. Me llaman Defred, pues Fred es el nombre de mi comandante. Antes de mí, hubo otra Defred. Algo le pasó. Aquí. En esta habitación. Dejó un mensaje grabado en la madera: “Nolite te bastardes carborundorum”. Aún no sé lo que significa, pero lo repito como un mantra. Hay otra palabra que he empezado a escuchar entre susurros y que ha despertado en mí la esperanza: Mayday
Margaret Atwood es una gran escritora. El cuento de la criada se publicó en 1985 y es una novela distópica que describe una sociedad totalitaria basada, a simple vista en la protección de la fe verdadera, pero que como todos los totalitarismos, realmente se basa en el sometimiento de una parte de la sociedad, para que una pequeña casta de privilegiados, vivan con todas las comodidades. Además, tiene un claro mensaje feminista: reivindica los derechos de las mujeres mediante un efecto de choque, al mostrar al lector un mundo en el que solo tienen valor por traer hijos al mundo.
Es una gran novela, pero no es fácil de leer. Al principio no te enteras muy bien de qué está pasando, ni de cuándo ni dónde tiene lugar. Pero lo vas descubriendo poco a poco. Y eso aún te asusta más. Porque el escenario es conocido y porque podría llegar a ser posible pues muchos elementos de esta historia ya están ocurriendo.
El cuento de la criada está escrito con maestría y te obliga a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y hacia dónde nos dirigimos. Me ha gustado mucho, pero me ha resultado muy dura y he tardado semanas en digerirla del todo.
SLHLT

2 comentarios:

  1. Me apetecía dejar los clásicos españoles a un lado y la empecé anoche. He leído la mitad casi del tirón. Me gusta cómo está escrita pero estoy con muy mal cuerpo. Muy dura. Y asusta

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    1. ¡¡Asusta mucho!! Y hace pensar.
      Me alegro de que te esté gustando.

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