Irina llega a las 10 de la mañana a casa de los Baudo, como cada lunes, miércoles y viernes. Este viernes la puerta no está cerrada con llave. "Quizás la señora no haya ido a la compra". Pero no contesta. Va a la cocina y se lo encuentra todo revuelto. "¡Ladrones!" Y sale de allí aterrada en busca de ayuda.
Cuando llega la policía se encuentra con algo más que un robo: el cadáver de Irene Baudo está colgado de la lámpara de la habitación, con la persiana bajada y a oscuras. Todo apunta a que se ha suicidado. ¿O no?
Este es el punto de partida de La costilla de Adán de Antonio Manzini. No os preocupéis que no os voy a desvelar nada más. Lo tendréis que descubrir vosotros.
En esta nueva entrega vamos a conocer mejor la historia de Rocco Schiavone. Sabremos que el capítulo que le obligó a irse de Roma no está cerrado, muy a su pesar, y tendrá que tomar cartas en el asunto. Al mismo tiempo investigará la muerte de la señora Baudo, resolverá un robo, verá menguado el personal a su cargo, y seguirá viviendo y hablando con el fantasma de su mujer, Marina, al que se niega a renunciar y sin el que sería incapaz de vivir.
A pesar de tener un carácter horrible y ser bastante "capullo", su intuición, su instinto y su particular sentido de la justicia me van conquistando poco a poco.
Creo que es una historia mucho más redonda que la primera, Pista negra, en la que los personajes se van perfilando y que me ha sorprendido y emocionado en su parte final.
"... Yo no pariré jamás. Porque podría nacer mujer.
Y no se lo merece. Para eso ya está su madre.
Dondequiera que estés, hija mía, perdona a tu madre.
No se ha atrevido. Ni se atreverá nunca. Nunca..."
Aunque Rocco Schiavone aún no está a la altura de mi Montalbano o de mi Brunetti, poco a poco se va haciendo un sitio en mi mente y en mi estantería.
Me ha gustado mucho.
SLHLT
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