Después del abandono de
un libro y de terminar otro que me ha hecho sufrir muchísimo (y que por el
momento no reseñaré porque no quiero tener que volver a vivirlo y analizarlo),
necesitaba un descanso.
Y Camilleri y su último libro del comisario Montalbano vinieron en mi ayuda.
Ya sé que es una novela
policíaca, que hay asesinatos por resolver, que la mafia y sus métodos
expeditivos están siempre presentes, al igual que la corrupción a todos los
niveles. Pero aunque leer sobre la maldad humana a algunos os pueda parecer que
no es un descanso, para mí sí lo es, si viene de la mano de Camilleri. ¡Nunca defrauda!
Montalbano traspasa el papel y se materializa en uno
más de la familia. Lo conozco desde hace 15 años y he leído todos sus casos. Sé
de sus miedos, de su extraña y eterna relación con Libia, de su pasión por la
comida, y que a pesar de tener sus defectos, es un hombre de confianza, un
hombre de honor, un hombre bueno.
58 años cumple Montalbano en esta historia y no lleva
bien lo de hacerse mayor. Ya no es el que era. Y se da cuenta. Pero tiene mucho
oficio y además: "más sabe el diablo
por viejo que por diablo". Esta vez llegará al fondo de lo que parecía
un simple robo en un supermercado, pero que de simple no tiene nada; al igual
que resolverá el asesinato salvaje y brutal de una estudiante, llegando ambas
tramas a conectar entre sí en un determinado momento.
Y para ello contará como siempre con la inestimable
ayuda de Fazio, Augello y el fantástico Catarella, en persona personalmente.
SLHLT
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