Charlotte, la dueña de la librería Ringelnatz & Co., ha desaparecido y solamente ha dejado una nota que dice: <<Que mi sobrina Valerie se ocupe de todo.>> Nada más.
Valerie no entiende muy
bien por qué su tía la ha dejado al mando, ya que hace tiempo que perdieron el
contacto. Cuando era niña era distinto: le encantaba jugar en aquella librería.
De todas formas acepta
el encargo. Pondrá al día las cuentas e intentará sacar un beneficio por ella.
A pesar del caos inicial
con el que se encuentra y la anarquía contable con la que su tía llevaba la
librería, Valerie poco a poco se van enamorando de los libros especiales, del
sillón de lectura, del samovar y del telón de terciopelo. También descubrirá
múltiples historias en las cartas que su tía recibía de lectores agradecidos;
conocerá clientes muy especiales; hará una peculiar amiga de cuatro patas y
descubrirá la magia que hay en los libros, y no sólo en los libros con magia.
Mentiría si no dijera
que tener una librería es uno de mis sueños. Y sería una librera con el pelo
despeinado que recomendaría libros que hubiera leído, y que hablaría con los
clientes, los escucharía y les ofrecería chocolate caliente.
Por eso me ha gustado
tanto el libro, porque me ha recordado a mi sueño, aunque con un toque más a lo
Mary Poppins.
También he anotado un
montón de recomendaciones literarias y me he dado cuenta de lo mucho que me
queda por leer.
Es una pequeña delicia.
Lo ideal para bajar las pulsaciones y descansar de los
crímenes de mi anterior lectura.
SLHLT
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