"Para alguien nacido en Nápoles, el destino está a sus espaldas, es provenir de allí. Nacer y crecer en esa ciudad agota el destino: vaya uno donde vaya, ya lo ha recibido como dote, mitad lastre, mitad salvoconducto".
Desde
la perspectiva que da más de media vida vivida, un hombre, napolitano, de la
generación de después de la guerra, recuerda uno de los veranos de su infancia.
Diez
años: "la infancia acaba
oficialmente cuando se añade el primer cero a los años". La playa de
la isla, mamá, los libros de papá, crucigramas y libros de pasatiempos, nadar a
espalda, clases para recuperar las matemáticas, aprender a pescar, a usar los
remos y a echar el ancla, sabor a sal y a culpa en la piel, cartas desde
América, el poso de la guerra, la chica del norte que leía novelas policíacas,
pasar desapercibido, ser invisible, una paliza, salir del cascarón aunque sea a
golpes, mi mano enamorándose de su mano, dejar los ojos abiertos al besarla,
como los peces, que no cierran los ojos.
Y no
recordar su nombre...
Este es
un libro precioso que narra los recuerdos de un verano, aquel en el que el
protagonista dejó atrás la niñez. Es una historia iniciática, tierna y dura,
escrita con maestría en la que "se
topa uno, leyendo, con frases sísmicas".
¡Me ha encantado!
SLHLT
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